El camino a
L A B E L L E Z A

V E S T I M E N T A
1960
El gran avance de la moda, naturalmente, fue la mini falda, cuyas numerosísimas variaciones oscilaban entre lo sublime y lo ridículo. En todas sus variedades, aparentemente infinitas, la mini la llevaron mujeres de cualquier clase social, desde las integrantes del clan de los Kennedy hasta las maniquíes más al día, pasando por la mujer corriente en la playa y en la calle; porque su sencillez, casi propia de la ropa hecha en casa, representaba el summum de la elegancia.
También los viajes espaciales tuvieron una gran influencia sobre las modas de la época, porque el empleo de materiales “modernos” se consideraba de enorme importancia. A medida que avanzaba la década, el aspecto unisexual de la era del espacio fue convirtiéndose en el gran experimento, al tiempo que los pantalones de pata de elefante y las botas desplazaban al conjunto de la mini y sus provocativas botas, o sus zapatos de talón abierto y tacón bajo.
La joyería se benefició del clima artístico y del interés por los materiales modernos. La variedad danesa se puso de moda, al tiempo que el op art y el arte en plástico pasaban a inspirar diseños “ultramodernos”.
La confección británica dominaba el escenario de la moda, porque en Londres las tiendas especializadas de Carnaby Street y King’s Road representaban mejor el gusto de la época que las casas de alta costura.
En Italia ya se habían consolidado las ferias de moda a mediados de los años sesenta, tras el éxito de su lanzamiento en el decenio anterior; pero la alta costura no habría de alcanzar más costos de relevancia hasta que, en los ochenta, volvieron a imponerse los bolsillos champán. Además, la categoría social y el poder nunca volverían a significar lo mismo que antes; no obstante lo cual, en los años setenta la moda italiana suscitó gran admiración en el mundo de la ropa confeccionada.