El camino a
L A B E L L E Z A
Tanto en el transcurso de la guerra como después del conflicto se dieron cambios por necesidad y sentido práctico. Como muchas mujeres experimentaron por primera vez lo que era vivir con independencia, también aumentó el número de los participantes en el juego de las modas y los modelos frívolos y recargados cedieron el terreno a otros de carácter moderno, menos ligado a la clse social de la usuaria.
Ya no se usaba más el corsé, símbolo de la esclavitud femenina, por razones de elegancia, el desplazamiento de la vieja mentalidad ligada a aquella prenda tendría que realizare gradualmente y exigiría una conmoción realmente extraordinaria para conseguirse. La guerra cambió muchas actitudes, convenció a las mujeres de conseguir más, porque también merecían mayor libertad. Una vez alcanzado dicho convencimiento, los cambios sucedieron con rapidez.
El vestuario de las mujeres enroladas en el Ejercito Agrario Femenino o empleadas como cobradoras de autobús no había de llegar hasta las paginas de las revistas; pero nadie podrá negar que el aspecto desenfadado y el carácter deportivo de aquellas prendas "masculinas" tuvo sus efectos entre la población.
Estos factores sumados al ambiente severo y recatado (asistir a la opera sin lucir joyas, por ejemplo) y a la novedad del cabello corto, simbolizaban los cambios ya registrados y los que todavía estaban por llegar. Antes de la guerra la gente se interesaba por lo exótico. Paul Poiret, "El pachá de París", introdujo un estilo muy influido por el Ballet Ruso que visitó su ciudad en 1909. A partir de ese momento, toda la moda europea parecía diseñada para una coreografía de Bakst.
Era una explosión de color que se registraba simultáneamente a la perdida del énfasis en el talle y las caderas, característico de la silueta inspirada en las formas del ánfora. Y así el talle comenzó a subir hasta situarse por debajo del busto, creando una nueva "línea Imperio" y arrastrando tras sí, en un ligero desplazamiento ascendente, la línea del dobladillo. Desaparece la cola y se fragmenta el concepto del vestido, en tanto que la falda recta y un detalle decorativo en su parte central adquieren la máxima importancia.
Todas esta prendas iban acompañadas de una nueva paleta de ricos y suntuosos colores inspirados en temas orientales, hasta el punto de que incluso las fúnebres medias negras de las victorianas comenzaron a teñirse de rojo y oro, Por influenciad de Poiret, el dibujo se convirtió en un elemento dominante del paisaje de la moda. Fue él quien encargó a Roul Dufy Georges Lepape y Paul Iribe el diseño de tejidos exóticos para sus creaciones y a Perugia, el célebre zapatero, la creación de una colección de preciosas zapatillas enjoyadas, a la manera oriental, de gran impacto visual, incluso los tacones era distintos y se basaban en precedentes históricos. Poiret también utilizó pieles.
El amor de las eduardianas por la peletería siguió siendo un indicador de la clase social. Se llevaban pieles como decoración de prendas interiores, en ropa de dormir, sombreros y bolsos. El abrigo de pieles de línea muy sencilla, incorporaba un enorme cuello levantado que bajaba hasta la cintura y se sujetaba con una hebilla inmensa. La pieles preferidas de la época eran la Almizclera, as Nuevas Martas y Cibelinas.
Muchas mujeres intelectuales experimentaron con pantalones y calzones anchos de inspiración oriental que, combinados con turbantes y plumas, resultaban verdaderamente exóticos. Sin embargo cuando apenas habían alcanzado la emancipación, Poiret decretó el predominió de su nueva creación, la falda estrecha que llegaba hasta los tobillos, y las mujeres tuvieron que aprender el arte de caminar como las geishas. La iglesia católica negaba la absolución a quienes llevaban la famosa falda. Fue aquello el principio del fin para Poiret. Después de la guerra sus diseños eran muy exagerados para la mentalidad de la época. Las mujeres rechazaron sus modelos para pasarse en masa a las ideas de Lanvin y Chanel.
Con la I Guerra Mundial se interrumpió la evolución de la moda y, durante algún tiempo, se impulso la vestimenta utilitaria. La alta costura siguió trabajando a escala más reducida hasta el final de la guerra y la inauguración de la exposición de San Francisco, acontecimiento que propició el retorno de las creaciones parisinas a los Estados Unidos Americanos. Sin embargo para entonces, ya había firmas estadounidenses dispuestas a competir con los grandes modistos.
La I Guerra Mundial permitió poner en práctica las ideas de Chanel, porque la sencillez se había convertido en el elemento esencial de la moda. Todos los días se usaban gran número de suéteres, faldas y demás prendas de estilo deportivo. Aunque, después de la guerra, mucha gente procuró recuperar las costumbres de antes, y era demasiado tarde. Se veía que la mayoría de mujeres prefería una existencia más activa. Una vez infringidos los códigos de conducta y descartadas las prendas pesadas y engorrosas, la nueva imagen juvenil pasó a basarse en una vida sana y en el cuidado del propio cuerpo.
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