El camino a
L A B E L L E Z A
SILUETA
Y
L E N C E R Í A
1920








La forma corporal de los años veinte fue revolucionaria. Las mujeres dejaron de aplastarse los intestinos y abandonaron la costumbre de sujetarse los pechos desde abajo para hacerlo desde arriba. Se eliminó de la silueta todo tipo de adorno o de acumulación superficial. Fue el cambio más grande de lo últimos cien años, porque las mujeres querían aparecer lisas como tablas e incluso llegaron a atarse el cuerpo para presentar una figura fantasmal y amorfa. No se trataba únicamente de un cambio político, era también un cambio práctico. Bailarinas como Josephine Baker, o Florence Mills y la Black birds, incitaban a todos a bailar el charleston y el blach bottom en un muendo que avanzaba a un ritmo muy diferente. Aparecen formas geométricas en los tejidos y Sonia Delaunay crea unos abrigos de retasos que simbolizarían la edad del jazz. Las flores y la feminidad quedaban definitivamente descartadas.
La moda también recibió influencias del futurismo, del cubismo, vortisismo, expresionismo y dadaísmo, así como ideas pasadas en fantasías surrealistas. Las mujeres tenían que ser altas y delgadas. Todo el mundo se dedicó a imitar los “detalles de lencería de Chanel”, con sus tiras de colores contrastantes que todavía resaltaban más la ligereza y la ausencia de limitaciones artificiales.
En lugar de corsés, las mujeres llevaban fajas elásticas, sin ballenas y apretadas, para conseguir formas planas y siluetas nítidas. La ropa interior era del tipo camiseta a juego con las prendas, combinada con bragas abiertas o cerradas de estilo Directorio, que estaba muy de moda. El efecto principal era que con poca o ninguna sujeción, los sostenes llevaban unos cordones laterales para firmar el busto. La revolución del rayón trajo un cambio en las medidas. Las producidas con rayón eran más baratas que las de seda y más provocativas y deseables que los de hilo de Escocia; pero duraban menos y tenían un brillo increíble. Por eso las mujeres dedicaban mucho tiempo en empolvarse las piernas.
En general, las mujeres estaban más seguras d sí mismas por haber accedido al voto y porque habían demostrado que podían ser independientes. Aunque en Vogue aparecían la primeras ropas para futuras mamas, no era aquel el tipo de emancipación que deseaban. Todo el énfasis se concentraba en el aspecto más brusco e incluso felino de un sexo, que desarrollaba una actividad incesante, ataviado con ropas tan inestables como el mercurio. No cabía duda de que las mujeres habían tirado muchas cosas por las borda.