El camino a
L A B E L L E Z A
En aquellos años, Hollywood se encargaba de fabricar sueños para consumo de la gente. Los hermanos Marx y otros comediantes gozaron de inmensa popularidad; las películas musicales, tipo Sombrero de copa o La calle 42, aportaban escapismo puro y duro. Temas optimistas basados en el “sueño americano”, como ser descubierta por los buscadores de talentos, eran cosas que les sucedían todos los días a “chicas corrientes” como Judy Garland y similares.
De Stella Dallas, cuento con moraleja protagonizado por Barbara Stanwyck e inspirado en la moda de los años treinta, se desprendía que debemos cambiara con los tiempos, para no quedarnos atrás. Esta película muestra la normalización industrial de la moda y el gradual apartamiento de los diseñadores excesivamente meticulosos. Lo curioso es que, en esta historia, es la madre quien demuestra tener buen gusto, porque toda la ropa de la hija es creación suya.
Hubo algunos filmes clásicos de los que hacen reflexionar, como Sin novedad en el frente, La diligencia, y los populares de gángsters con Edward G. Robinson y James Cagney; pero Hollywood era una fábrica de ensueños que producía gloriosas historias de amor, para que los espectadores olvidaran la rutina y se lanzaran en pos de un ficticio paraíso de celuloide. El elegante amaneramiento de El ángel azul y el humor de Sucedió una noche eran preferibles a cualquier tema.
Los temas predilectos del público eran los del estilo de Las Follies de Ziegfeld, vampiresas 1935 y otros musicales de gran calidad, con las sorprendentes secuencias de baile caleidoscópicas y el esplendor de unos cuerpos atractivos. Otros musicales de Berkeley que cautivaron al mundo entero serían Stage Struck, Hollywood Hotel, Ziegfeld Girl y Broadway Serenade. Y en 1939 llegaría El mago de Oz, un clásico del escapismo desde el momento de su presentación y un filme que hoy se sigue viendo con cariño.
La afluencia de actrices británicas del teatro y de la pantalla, se plasmaría finalmente en la elección de Vivien Leigh. Fue una decisión apoyada por el público, aunque se tratara de una actriz poco conocida fuera de Hollywood. Sin embargo, su indiscutible belleza ha hacía muy apta para interpretar el papel de la atractiva, superficial e intrigante Scarlett O’Hara.
El cine era una fuerza poderosa en toda Europa; en realidad, la unificación definitiva de Italia sólo se consiguió en tiempo de Mussolini y gracias a las películas “de teléfonos blancos”, así llamadas por el lujo de los escenarios y por el deslumbrante atractivo de los intérpretes. Tanto en Italia como en Alemania, las autoridades nacionales invertían mucho dinero en el cine por el potencial propagandístico del medio.
El movimiento surrealista siguió ejerciendo su influencia por medio de exposiciones y películas, así como por la publicidad recibida, especialmente en el caso de Salvador Dalí. Estaba muy de moda el incluir imágenes de inspiración surrealista en las sesiones fotográficas. Cecil Beaton destacó entre los profesionales que incorporaron paisajes surrealistas a sus trabajos, según puede comprobarse por sus fotografías de grandes personajes de la época, como Diana Cooper o la princesa de Kapurthala. La influencia del surrealismo se extendió repentinamente: en el cine, en la fotografía y en la ropa; y hasta en las espléndidas fiestas de sociedad que se daban en los años treinta.
Un tema omnipresente era el de los interiores modernos, fríos y escuetos, sumamente adecuados para el estilo de artistas como Horst y Man Ray, muy diestros en la incorporación de un intimismo hasta entonces desconocido en la fotografía.
C I N E
Y
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
1930



